Redactado el día 27/03/2024 por
En grandes porciones del retablo del Cordero Místico, la pintura original se escondía bajo capas de pintura añadidas a lo largo de los siglos posteriores. Incluso el rostro del propio cordero cambió por completo. Ahora vuelve a mirarnos directamente a los ojos, tal y como Van Eyck lo pintó en el siglo XV. Pero, ¿qué fue lo que llevó a las generaciones posteriores a modificar esta obra maestra?

En 2010 empezamos a llevar a cabo los estudios preliminares, y en 2012  comenzamos la restauración del Cordero Místico. A los expertos nos sorprendió la cantidad de alteraciones que el cuadro había sufrido desde la época de Van Eyck.   De hecho, descubrimos mucho gracias a la nueva tecnología que nos permitió examinar la composición química del cuadro a nivel microscópico. Pero la gran pregunta sigue siendo: ¿por qué? 

El cordero de Van Eyck mira al espectador directamente a los ojos
Sabemos desde los años 1950 que en la figura del cordero había algo que no encajaba. Durante la restauración anterior, realizada bajo la dirección de Albert Philippot, ya se habían descubierto las dos orejas originales. De repente nos encontrábamos ante un cordero con cuatro orejas.
profesor Max Martens

Una mano de pintura — o varias

Motivo número uno: reparar los daños. Cuando se deterioraba la pintura de una túnica, por ejemplo, en aquella época no se usaba un microscopio estereoscópico para retocar la zona centímetro a centímetro, como hacemos hoy en día, sino que simplemente pintaban una túnica nueva. Se podría comparar con intentar tapar un agujero en una pared usando una pintura del mismo tono. Es mucho más fácil si se repinta la superficie entera. 

Hoy en día, los restauradores son mucho más cautelosos

Motivo número dos: visibilidad. Van Eyck utilizaba un barniz a base de aceite, pero este tipo de barnices se oscurece rápidamente. En la capilla Vijdkapel, donde la iluminación era de por sí escasa, la visibilidad del retablo ya debía de haberse deteriorado hacia el año 1550. Este fue probablemente el motivo por el que los restauradores tendían a acentuar ciertos detalles, por ejemplo los tonos blancos en la mano de Joos Vijd. Este tipo de adaptaciones mejoraban la legibilidad del cuadro. Podría compararse con un filtro de contrastes en Instagram. 

Cuando aún no existía el concepto de “restauración”

Motivo número tres: cambios en los gustos. Aquí se complican las cosas. Por ejemplo, la túnica de una de las sibilas pasó del rosa al blanco, y no sabemos con certeza por qué. Tal vez no fuera más que una elección estética. Hoy nos resultaría impensable alterar una obra de esta forma, pero en aquel entonces, no se le daba importancia alguna a la conservación del patrimonio. Es posible que el rostro del cordero se alterara por el mismo motivo. 

Una oveja con cuatro orejas: este era el aspecto del Cordero Místico antes de la última restauración

Sabemos desde los años 1950 que en la figura del cordero había algo que no encajaba. Durante la restauración anterior, realizada bajo la dirección de Albert Philippot, ya se habían descubierto las dos orejas originales. De repente nos encontrábamos ante un cordero con cuatro orejas. Por lo tanto, ya sabíamos que había una cabeza más antigua oculta bajo otra más reciente, pero la original no se reveló hasta la actual campaña de restauración. El rostro del cordero era totalmente diferente. El cordero de Van Eyck parece una especie de híbrido, mitad oveja y mitad humano. La revelación del rostro original causó un gran revuelo en las redes sociales y dio pie a numerosos memes. 

Cristo nos mira directamente a los ojos

Les seré sincero: a los expertos también nos sorprendió. Sin embargo, la respuesta más adecuada y espontánea fue la del canónigo Collin. Su primera reacción fue: “Cristo me mira a los ojos.” Y he ahí la esencia: con ese rostro casi humano, la mirada penetrante e imponente del cordero es la de un hombre que se sacrificó por la humanidad. Desde el punto de vista cristiano y devoto, la imagen es de lo más impactante.  

El cordero de la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, también tiene una mirada penetrante.

El rostro también resulta menos extraño considerándolo en el contexto de la tradición cristiana. En los mosaicos paleocristianos de Roma y Rávena ya se representan ovejas con rasgos antropomorfos. Se trata de una tradición artística que ya era milenaria en la época de Van Eyck, y que el pintor conocía sin duda gracias a sus numerosos viajes. Aunque no disponemos de pruebas fehacientes, es posible que esta representación antropomorfa hubiera pasado de moda en el siglo posterior a la muerte de Van Eyck, cuando se repintó el cordero.  

¿La oveja de rasgos humanos atentaba contra el decoro?

Durante el Concilio de Trento en los años 1550, el “decoro” era un tema de discusión candente entre los teólogos. ¿Cuál era la manera más respetuosa de representar a Cristo y a la Virgen María, por ejemplo? Se redactaron listas interminables de normas al respecto. Aún no he encontrado ningún texto que estableciera que un rostro con rasgos humanos iba en contra de las reglas del decoro, pero sí me puedo imaginar que en aquel contexto, el cordero fuera objeto de críticas. Y que fue adaptado en consecuencia. 

¿Aún queda margen de duda? Por supuesto, pero de lo que sí estamos seguros, es de que el rostro original se escondía bajo otro más reciente. Le guste o no, lo que vemos ahora es el cordero pintado por Jan Van Eyck. Lo sabemos por la oxidación de las capas intermedias de barniz y por las grietas en la pintura que se cubrieron más tarde. Estos elementos demuestran que pasó más de un siglo entre ambas versiones, por lo que es imposible que se trate de un original pintado por Hubert, retocado más tarde por Jan. No es una cuestión de gustos, sino pura ciencia. 

Maxi­mi­liaan Mar­tens

Maximiliaan Martens es profesor en Ciencias del Arte en la Universidad de Gante y una autoridad a nivel mundial en todo lo relacionado con Van Eyck. Desde 2010, ha colaborado estrechamente en la restauración del Cordero Místico y en la exposición Van Eyck, una Revolución óptica. La pregunta que ya le fascinaba en su época de estudiante, le sigue cautivando a día de hoy: ¿cómo pueden las nuevas tecnologías y la investigación científica ayudarnos a seguir arrojando nueva luz sobre los antiguos maestros? 

Lee todas las publicaciones del blog de Maximiliaan Martens